Nací en La Habana, en el seno de una familia de artistas, mi padre Dagoberto Ramos, escultor que realizara el Valle de la Prehistoria en Baconao, fue mi primer y gran maestro y el que mayor influencia ha ejercido en mi obra.
Estudié Bellas Artes en el Instituto Superior de La Habana. Al terminar mis estudios trabajé como diseñador publicitario. Desde 1989 fui miembro del Movimiento de Creadores Independientes y desde 1992, miembro de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas. En 1996 hice una maestría en “Pintura Mural” en la Universidad de la Habana y en 1997, una maestría en “Artes Plásticas del Caribe” bajo la dirección de la doctora Yolanda Wood.
Mi actividad cultural en la Habana era intensa, exponiendo tanto dentro como fuera de la Isla (Venezuela, México, Italia, España). Fue en 1997 en uno de esos viajes que estuve exponiendo en Santander donde conocí a la que hoy es mi esposa, nos presentó un amigo común. En el 2000 nos casamos en La Habana y vine a vivir con ella a Santander. Estuve exponiendo en varios sitios, tanto exposiciones individuales como colectivas, entre ellas, en el 2001, en la prestigiosa Feria Internacional de Arte que se realiza en Santander y en la que tuve el placer de coincidir con el artista cubano Roberto Fabelo.
En el 2010 vine a vivir con mi mujer a Valencia donde actualmente resido y trabajo.
A petición de mi amigo y talentoso músico cubano Javier Zalba realizo la ilustración de la portada del libro homenaje “Suite exposiciones” que le dedicara Zalba al maestro cubano Paquito de Rivera.
Ya en Valencia en 2010 expuse en la galería Arte Altea, en 2011 en la galería O+O que dirige la artista y amiga Enriqueta Hueso con la que actualmente trabajo y en 2012 en el Museo de la Luz en la Bienal Internacional de Arte de Madeira en Portugal.
En esta entrevista el artista habla de su arte, el surrealismo, su técnica y proyectos futuros.
¿Recuerda su primera fascinación, la primera vez que le urgió plasmar, volcarse sobre un lienzo?
Sería difícil definir cuándo empezó mi interés por el Arte, ya que desde pequeño mi casa fue lugar de reunión de diseñadores, poetas, fotógrafos, pintores y coreógrafos, pues mi padre siendo escultor y mi madre coreógrafa no tuve otra opción que asimilar y estar en contacto directo con la cultura nacional cubana. Supongo que como muchos pintores, los primeros trabajos fueron sobre papel, no lo recuerdo exactamente, pero sí recuerdo ver trabajar a mi padre y sentarme a su lado durante mucho tiempo observando como trabajaba. Recuerdo con nostalgia que hablábamos mucho mientras pintaba y sin saberlo se convirtió en mi primer maestro y, como es lógico, influyendo en mi carácter pictórico fundamentalmente.
¿De qué maestros del surrealismo cree haber recibido influencia? ¿Tiene en la actualidad algún punto de referencia importante?
En mi caso la influencia viene de muchas direcciones, tendría que hablar de mi propia casa, donde comenzó todo… Tendría que hablar de Roberto Fabelo, Eduardo Abela, y en la literatura Rinaldo Arenas y Paul Eluard. Pero para mí, el que más fascinación me produce es el Bosco, lo considero el primer surrealista de la historia del arte.
Ya cuando empiezo a exponer en Europa puedo ver la obra de Yves Tanguy, Dalí, Chirico, y para mí el más interesante y singular, Magritte.
¿Cómo logra desarrollar, desde la técnica, una pintura?
Algunas de mis obras son el resultado de bocetos, pero la mayoría parten del lienzo en blanco y simplemente me dejo llevar. No sigo normas ni soy perseguidor de tendencias aunque ambas son válidas para un resultado positivo, si mantienes una observación objetiva. Hace tiempo que me preocupa menos el resultado técnico y dejo que la obra me diga hasta dónde llegar.
El arte surrealista, para usted, ¿tiene un fin en sí? En todo caso, ¿qué ha aportado el surrealismo al arte?
El surrealismo como todos los demás estilos supuso un cambio de mentalidad en los artistas repercutiendo en la sociedad de manera directa, así como en el teatro, la danza contemporánea o el cine, pero está claro que ninguna manifestación del arte surge por casualidad, simplemente es un reflejo de la realidad dando como resultado ese cambio vital, ese cambio afecta a todos y a su vez se retroalimenta de ella.
No fue diferente para los estilos anteriores y no creo que cambie, hemos llegado hasta aquí a fuerza de constancia y mucha pero mucha curiosidad.
¿De qué manera logra algo tan difícil como plasmar lo onírico de la pintura?
Evidentemente el subconsciente hace su dominante papel, muchas veces partimos de un pensamiento que se convierte en boceto pero de ahí al resultado final hay casi siempre una transformación necesaria que no es impuesta ni obligada, simplemente sale y se desarrolla como cualquier otra idea. En mi caso tomo de la realidad lo que me interesa y entonces surge la transformación sin darme cuenta.
¿Cómo lleva la libertad el artista surrealista? Alguna vez, ¿ha mantenido una relación conflictiva con la pintura?
No soy consciente de ningún conflicto con la pintura, no soy consciente de ello, como tampoco puedo definir como me convertí en surrealista, simplemente trabajo siguiendo mis instintos sin pensar en ello y generalmente de una obra surge la siguiente, no creo tampoco en inspiraciones…. eso es un invento literario, el conflicto lo tengo con el trabajo diario, cuando ya estoy deseando terminar un cuadro para empezar el próximo. Hace años trabajaba mayoritariamente al óleo y lo abandoné por el acrílico buscando un resultado más inmediato.
¿Cuáles fueron las dificultades más grandes que se encontró en el camino para ser artista?
Hay que pensar que la política marcó y sigue marcando a toda una generación de cubanos, y los artistas no estuvimos exentos de ello, en mi caso busqué mi identidad en la pintura pero me di cuenta que no era necesario.
Cuando empecé a viajar al extranjero entendí que no tenía que buscar nada, porque Cuba se iba conmigo de alguna manera, simplemente soy lo que soy y nada más, eso ya no es una preocupación para mí. Después pasan los años y la experiencia te favorece técnicamente, pero eso también supone nuevos retos personales porque no estás conforme y quieres continuar.
¿Y cómo es el surrealismo cubano? ¿Hay algo que lo define?
No es difícil definir el surrealismo cubano para quienes conozcan la realidad de la isla, siempre digo que son sinónimas. Pero hay un patrón que se repite en la pintura cubana que es el colorismo y la fuerza, muchos entendemos este resultado como una manera de liberación, pues reflejamos nuestras ideas porque eso es algo que nadie puede quitarnos. Los artistas cubanos somos el resultado de las condiciones sociales que nos ha tocado vivir, recuerdo que en Cuba llegué a pintar con betún porque no tenía materiales para trabajar, somos el resultado de lo vivido aunque muchos reniegan de esa época vivida y que nos ha hecho lo que somos hoy en día. Cuba es ahora mismo el surrealismo en sí mismo, solo que con un toque de café, tabaco y sol… con pinceladas de rebeldía.
¿Cuáles son sus proyectos futuros?
No me gusta mucho hablar de mis proyectos, recientemente participé en la Bienal de Arte de Madeira y hay alguna expo pendiente por Roma, pero de momento continuaré trabajando con la galería O+O de Valencia bajo la representación de Enriqueta Hueso, artista incansable y buena amiga.
Más bien tengo muchos sueños y deseos de continuar pintando sin pensar mucho que pasará después.
Muchas gracias
https://danielramosruiz.wix.com/pintor-surrealista
Octavio
Octavio Avendaño Trujillo
Entrevista con Alejandro Jodorowsky y Leonora Carrington
Dos surrealistas en México
28-10 2012
Alejandro Jodorowsky ha filmado películas como El ladrón del arco iris, Santa sangre y El topo, clásicos dentro del cine de culto. Además es escritor, mimo, actor, psicomago, tarotista y chamán. Llegó a México tras un período de seis años al lado de mimo francés Marcel Marceu. Actualmente reside en París.
—En la colonia Cuautémoc lo llamaban "El Ruso" por su apellido. ¿Qué anhela de aquel México de los años cincuenta?
—Anhelo sobre todo el entusiasmo que yo tenía para batallar contra tanto censor, sindicato ladrón, licenciado abusivo, periodistas ignorantes, artistas celosos. No me fue fácil. Me tuve que imponer. Escaparme por una ventana del teatro porque me querían linchar, coleccionar cada día los insultos que me otorgaban los pasquines, soportar que me clausuraran algunas obras, ser tratado de degenerado porque monté comedias del premio Nobel Samuel Beckett y de Ionesco, Arrabal, Strindberg, etcétera. Echo de menos la embriaguez de la pelea no hipócrita: insultos abiertos, guaruras que me encierran, burlas acerca de mis películas: Fando y Lis es bautizada "Fango y Chis" (Bueno, también se burlaban de Salvador Novo, llamándolo por su homosexualidad Nalgador Sobo). Fue una época deliciosa. El público era entusiasta, noble, agradecido, y no se fijaba en las críticas. Por eso triunfó El diario de un loco, Las sillas, Zaratustra, H3O y tantas otras.
Alejandro Jodorowsky pasa a "formar parte de la cultura artística mexicana"; cuando llega a México ya había conocido a André Bretón en París y se desempeña como ayudante de Marceau: "Creo el Teatro de Vanguardia. Escándalos. Peleas. Gran actividad artística con pintores y escritores y actores... Pongo en escena Penélope de Leonora Carrington. Asisto al cumpleaños de Buñuel."
—En su reciente libro El Maestro y las Magas refleja una Leonora Carrington maga. ¿Qué aprendió de ella y qué le enseñó usted?
—De ella aprendí la libertad poética, el sentido del Tarot y la magia. Aprendí a admirar al espíritu de una mujer genial. No tengo la menor idea de lo que le pude enseñar. Con toda probabilidad, nada. Yo era un joven artista y ella una mujer consagrada y madura. Quizás le comuniqué un entusiasmo por el teatro.
—¿Sigue teniendo contacto con la señora Carrington?
—En el mundo exterior, no. En mi espíritu nunca he dejado de estar en contacto con ella. Fue un ser que llevo en mí mismo como un benéfico tatuaje.
—¿Practica aún aquel Tarot que le enseñó Leonora Carrington?
—No; Leonora Carrington jugaba con el Tarot pero no conocía su esencia. Usaba un Tarot hippie, el de White, especie de compendio angloamericano de un mal gusto prerrafaelita. Supongo que le gustaba por sus barrocos símbolos... Eso sí, Leonora me enseñó que lo que veía en esas cartas era el secreto: es decir, ellas actuaban como espejos. Más tarde, cuando trabajé con el Tarot de Marsella, el único auténtico Tarot, me di cuenta de la profundidad infinita de tal sagrado instrumento. Profundidad que nunca ha tenido el surrealismo.
—¿Sigue enamorado, por decirlo de alguna forma de la señora Carrington?
-Nunca estuve enamorado de ella. Nuestras relaciones no fueron ni románticas ni sexuales. Leonora, aparte de ser una bella mujer, era un maestro espiritual. La admiré como nunca había admirado a un artista. Regresé a México sólo porque ella estaba ahí.
—¿Por qué le devolvió el cuadro que le había regalado?
—No sabía que se supiera que yo le había devuelto el cuadro a Leonora. Era una magnífica obra de gran tamaño. Debe de haber tenido un muy alto precio. Como es natural entre artistas, a causa de una diferencia de parecer respecto a Penélope —no nos vimos durante el montaje de la obra—, fue un detalle absurdo del que no tengo ya el recuerdo, nos peleamos. Para demostrarle que yo no era un individuo vulgar, interesado en explotarla guardando un cuadro valioso, se lo fui a dejar a su casa; abrió la puerta, deslicé el cuadro sin mostrarme y me fui. Nunca más la volví a ver. Orgullo estúpido.
—¿Cómo define a Leonora Carrington?
—La más genial de las artistas surrealistas.
Leonora Carrington se integra al movimiento surrealista en 1936 con Max Ernst y André Breton. Llega a México en 1942 por el hostigamiento nazi, y es el periodista mexicano Renato Leduc quien la trae desde España al país. Ya en México se reúne con los surrealistas europeos exiliados: Benjamín Péret, Luis Buñuel, Wolfgana Paalen, Alice Zahon y su gran amiga, Remedios Varo.
"Me gustaría deshacerme de las ilusiones. A mí lo que me fascina es tratar de acercarme a lo real, pero no sabemos nada. Y hoy vivo entre el aburrimiento y la vergüenza de pertenecer a un género animal como el ser humano. Por eso me gustaría ser un elefante, pero salvaje, no dejarme de nadie; aunque la tortura continúa, dentro de la poca libertad que logré", Reclama Leonora Carrington.
"El animal humano es un animal desgraciado y feroz, como los horrores cometidos el siete de junio en Londres y por los cometidos por alemanes. Además de que cualquier discriminación es estúpida y peligrosa. Uno puede tenerle antipatía a un individuo, pero no poner una masa y discriminarla.
"Todo acabó con Max Ernst porque Hitler persiguió a los artistas surrealis-tas y por eso era necesario huir. Fue cuando Picasso me presenta a Renato Leduc y es en Madrid, por casualidad, que lo encuentro y es cuando me voy con él, primero a Nueva York y después aquí, México, donde me encuentro con mi mejor amiga de la vida, Remedios Varo, que era muy alegre, siempre tenía sentido del humor. Por cierto, su obra tiene que quedarse aquí, en México, porque aquí pintó y vivió mucho tiempo.
"Cuando llegué a México me recibieron muy bien, y llegué agradecida por-que era enemiga del grupo surrealista ale-mán. Mi primera casa la tuve en Mixcoac, era muy chiquita, pero la gente era amable. Recuerdo que paseaba mucho por el centro y La Merced. Ahora voy al supermercado ¡Imagínese!... ¡Qué excitante!
"No me gusta hablar de mi pintura o de la pintura en general porque es algo muy abstracto, muy subjetivo. No hay nada qué explicar. A mí me gusta leer novelas policíacas y me interesa mucho la física cuántica, del mundo subatómico y soy sumamente ignorante. Yo veía la televisión hasta que quitaron Discovery Channel, era el único que yo veía, por los animales. Mi corazón está con mis hijos y en México, he vivido aquí por más de sesenta años, de México me gusta mucho su comida y La Llorona. Ahora hago la lucha de vivir conmigo misma, que no es muy fácil."
—¿Y Alejandro Jodorowsky?
—Yo tenía una gran amistad con él cuando llegó aquí. Me acaba de llegar un libro de él (El Maestro y las Magas), pero aún no lo he leído.
Avendaño Trujillo
Entrevista con Alejandro Jodorowsky y Leonora Carrington
Dos surrealistas en México
Alejandro Jodorowsky ha filmado películas como El ladrón del arco iris, Santa sangre y El topo, clásicos dentro del cine de culto. Además es escritor, mimo, actor, psicomago, tarotista y chamán. Llegó a México tras un período de seis años al lado de mimo francés Marcel Marceu. Actualmente reside en París.
—En la colonia Cuautémoc lo llamaban "El Ruso" por su apellido. ¿Qué anhela de aquel México de los años cincuenta?
—Anhelo sobre todo el entusiasmo que yo tenía para batallar contra tanto censor, sindicato ladrón, licenciado abusivo, periodistas ignorantes, artistas celosos. No me fue fácil. Me tuve que imponer. Escaparme por una ventana del teatro porque me querían linchar, coleccionar cada día los insultos que me otorgaban los pasquines, soportar que me clausuraran algunas obras, ser tratado de degenerado porque monté comedias del premio Nobel Samuel Beckett y de Ionesco, Arrabal, Strindberg, etcétera. Echo de menos la embriaguez de la pelea no hipócrita: insultos abiertos, guaruras que me encierran, burlas acerca de mis películas: Fando y Lis es bautizada "Fango y Chis" (Bueno, también se burlaban de Salvador Novo, llamándolo por su homosexualidad Nalgador Sobo). Fue una época deliciosa. El público era entusiasta, noble, agradecido, y no se fijaba en las críticas. Por eso triunfó El diario de un loco, Las sillas, Zaratustra, H3O y tantas otras.
Alejandro Jodorowsky pasa a "formar parte de la cultura artística mexicana"; cuando llega a México ya había conocido a André Bretón en París y se desempeña como ayudante de Marceau: "Creo el Teatro de Vanguardia. Escándalos. Peleas. Gran actividad artística con pintores y escritores y actores... Pongo en escena Penélope de Leonora Carrington. Asisto al cumpleaños de Buñuel."
—En su reciente libro El Maestro y las Magas refleja una Leonora Carrington maga. ¿Qué aprendió de ella y qué le enseñó usted?
—De ella aprendí la libertad poética, el sentido del Tarot y la magia. Aprendí a admirar al espíritu de una mujer genial. No tengo la menor idea de lo que le pude enseñar. Con toda probabilidad, nada. Yo era un joven artista y ella una mujer consagrada y madura. Quizás le comuniqué un entusiasmo por el teatro.
—¿Sigue teniendo contacto con la señora Carrington?
—En el mundo exterior, no. En mi espíritu nunca he dejado de estar en contacto con ella. Fue un ser que llevo en mí mismo como un benéfico tatuaje.
—¿Practica aún aquel Tarot que le enseñó Leonora Carrington?
—No; Leonora Carrington jugaba con el Tarot pero no conocía su esencia. Usaba un Tarot hippie, el de White, especie de compendio angloamericano de un mal gusto prerrafaelita. Supongo que le gustaba por sus barrocos símbolos... Eso sí, Leonora me enseñó que lo que veía en esas cartas era el secreto: es decir, ellas actuaban como espejos. Más tarde, cuando trabajé con el Tarot de Marsella, el único auténtico Tarot, me di cuenta de la profundidad infinita de tal sagrado instrumento. Profundidad que nunca ha tenido el surrealismo.
—¿Sigue enamorado, por decirlo de alguna forma de la señora Carrington?
-Nunca estuve enamorado de ella. Nuestras relaciones no fueron ni románticas ni sexuales. Leonora, aparte de ser una bella mujer, era un maestro espiritual. La admiré como nunca había admirado a un artista. Regresé a México sólo porque ella estaba ahí.
—¿Por qué le devolvió el cuadro que le había regalado?
—No sabía que se supiera que yo le había devuelto el cuadro a Leonora. Era una magnífica obra de gran tamaño. Debe de haber tenido un muy alto precio. Como es natural entre artistas, a causa de una diferencia de parecer respecto a Penélope —no nos vimos durante el montaje de la obra—, fue un detalle absurdo del que no tengo ya el recuerdo, nos peleamos. Para demostrarle que yo no era un individuo vulgar, interesado en explotarla guardando un cuadro valioso, se lo fui a dejar a su casa; abrió la puerta, deslicé el cuadro sin mostrarme y me fui. Nunca más la volví a ver. Orgullo estúpido.
—¿Cómo define a Leonora Carrington?
—La más genial de las artistas surrealistas.
Leonora Carrington se integra al movimiento surrealista en 1936 con Max Ernst y André Breton. Llega a México en 1942 por el hostigamiento nazi, y es el periodista mexicano Renato Leduc quien la trae desde España al país. Ya en México se reúne con los surrealistas europeos exiliados: Benjamín Péret, Luis Buñuel, Wolfgana Paalen, Alice Zahon y su gran amiga, Remedios Varo.
"Me gustaría deshacerme de las ilusiones. A mí lo que me fascina es tratar de acercarme a lo real, pero no sabemos nada. Y hoy vivo entre el aburrimiento y la vergüenza de pertenecer a un género animal como el ser humano. Por eso me gustaría ser un elefante, pero salvaje, no dejarme de nadie; aunque la tortura continúa, dentro de la poca libertad que logré", Reclama Leonora Carrington.
"El animal humano es un animal desgraciado y feroz, como los horrores cometidos el siete de junio en Londres y por los cometidos por alemanes. Además de que cualquier discriminación es estúpida y peligrosa. Uno puede tenerle antipatía a un individuo, pero no poner una masa y discriminarla.
"Todo acabó con Max Ernst porque Hitler persiguió a los artistas surrealis-tas y por eso era necesario huir. Fue cuando Picasso me presenta a Renato Leduc y es en Madrid, por casualidad, que lo encuentro y es cuando me voy con él, primero a Nueva York y después aquí, México, donde me encuentro con mi mejor amiga de la vida, Remedios Varo, que era muy alegre, siempre tenía sentido del humor. Por cierto, su obra tiene que quedarse aquí, en México, porque aquí pintó y vivió mucho tiempo.
"Cuando llegué a México me recibieron muy bien, y llegué agradecida por-que era enemiga del grupo surrealista ale-mán. Mi primera casa la tuve en Mixcoac, era muy chiquita, pero la gente era amable. Recuerdo que paseaba mucho por el centro y La Merced. Ahora voy al supermercado ¡Imagínese!... ¡Qué excitante!
"No me gusta hablar de mi pintura o de la pintura en general porque es algo muy abstracto, muy subjetivo. No hay nada qué explicar. A mí me gusta leer novelas policíacas y me interesa mucho la física cuántica, del mundo subatómico y soy sumamente ignorante. Yo veía la televisión hasta que quitaron Discovery Channel, era el único que yo veía, por los animales. Mi corazón está con mis hijos y en México, he vivido aquí por más de sesenta años, de México me gusta mucho su comida y La Llorona. Ahora hago la lucha de vivir conmigo misma, que no es muy fácil."
—¿Y Alejandro Jodorowsky?
—Yo tenía una gran amistad con él
Octavio Avendaño Trujillo
Entrevista con Alejandro Jodorowsky y Leonora Carrington
Dos surrealistas en México
Alejandro Jodorowsky ha filmado películas como El ladrón del arco iris, Santa sangre y El topo, clásicos dentro del cine de culto. Además es escritor, mimo, actor, psicomago, tarotista y chamán. Llegó a México tras un período de seis años al lado de mimo francés Marcel Marceu. Actualmente reside en París.
—En la colonia Cuautémoc lo llamaban "El Ruso" por su apellido. ¿Qué anhela de aquel México de los años cincuenta?
—Anhelo sobre todo el entusiasmo que yo tenía para batallar contra tanto censor, sindicato ladrón, licenciado abusivo, periodistas ignorantes, artistas celosos. No me fue fácil. Me tuve que imponer. Escaparme por una ventana del teatro porque me querían linchar, coleccionar cada día los insultos que me otorgaban los pasquines, soportar que me clausuraran algunas obras, ser tratado de degenerado porque monté comedias del premio Nobel Samuel Beckett y de Ionesco, Arrabal, Strindberg, etcétera. Echo de menos la embriaguez de la pelea no hipócrita: insultos abiertos, guaruras que me encierran, burlas acerca de mis películas: Fando y Lis es bautizada "Fango y Chis" (Bueno, también se burlaban de Salvador Novo, llamándolo por su homosexualidad Nalgador Sobo). Fue una época deliciosa. El público era entusiasta, noble, agradecido, y no se fijaba en las críticas. Por eso triunfó El diario de un loco, Las sillas, Zaratustra, H3O y tantas otras.
Alejandro Jodorowsky pasa a "formar parte de la cultura artística mexicana"; cuando llega a México ya había conocido a André Bretón en París y se desempeña como ayudante de Marceau: "Creo el Teatro de Vanguardia. Escándalos. Peleas. Gran actividad artística con pintores y escritores y actores... Pongo en escena Penélope de Leonora Carrington. Asisto al cumpleaños de Buñuel."
—En su reciente libro El Maestro y las Magas refleja una Leonora Carrington maga. ¿Qué aprendió de ella y qué le enseñó usted?
—De ella aprendí la libertad poética, el sentido del Tarot y la magia. Aprendí a admirar al espíritu de una mujer genial. No tengo la menor idea de lo que le pude enseñar. Con toda probabilidad, nada. Yo era un joven artista y ella una mujer consagrada y madura. Quizás le comuniqué un entusiasmo por el teatro.
—¿Sigue teniendo contacto con la señora Carrington?
—En el mundo exterior, no. En mi espíritu nunca he dejado de estar en contacto con ella. Fue un ser que llevo en mí mismo como un benéfico tatuaje.
—¿Practica aún aquel Tarot que le enseñó Leonora Carrington?
—No; Leonora Carrington jugaba con el Tarot pero no conocía su esencia. Usaba un Tarot hippie, el de White, especie de compendio angloamericano de un mal gusto prerrafaelita. Supongo que le gustaba por sus barrocos símbolos... Eso sí, Leonora me enseñó que lo que veía en esas cartas era el secreto: es decir, ellas actuaban como espejos. Más tarde, cuando trabajé con el Tarot de Marsella, el único auténtico Tarot, me di cuenta de la profundidad infinita de tal sagrado instrumento. Profundidad que nunca ha tenido el surrealismo.
—¿Sigue enamorado, por decirlo de alguna forma de la señora Carrington?
-Nunca estuve enamorado de ella. Nuestras relaciones no fueron ni románticas ni sexuales. Leonora, aparte de ser una bella mujer, era un maestro espiritual. La admiré como nunca había admirado a un artista. Regresé a México sólo porque ella estaba ahí.
—¿Por qué le devolvió el cuadro que le había regalado?
—No sabía que se supiera que yo le había devuelto el cuadro a Leonora. Era una magnífica obra de gran tamaño. Debe de haber tenido un muy alto precio. Como es natural entre artistas, a causa de una diferencia de parecer respecto a Penélope —no nos vimos durante el montaje de la obra—, fue un detalle absurdo del que no tengo ya el recuerdo, nos peleamos. Para demostrarle que yo no era un individuo vulgar, interesado en explotarla guardando un cuadro valioso, se lo fui a dejar a su casa; abrió la puerta, deslicé el cuadro sin mostrarme y me fui. Nunca más la volví a ver. Orgullo estúpido.
—¿Cómo define a Leonora Carrington?
—La más genial de las artistas surrealistas.
Leonora Carrington se integra al movimiento surrealista en 1936 con Max Ernst y André Breton. Llega a México en 1942 por el hostigamiento nazi, y es el periodista mexicano Renato Leduc quien la trae desde España al país. Ya en México se reúne con los surrealistas europeos exiliados: Benjamín Péret, Luis Buñuel, Wolfgana Paalen, Alice Zahon y su gran amiga, Remedios Varo.
"Me gustaría deshacerme de las ilusiones. A mí lo que me fascina es tratar de acercarme a lo real, pero no sabemos nada. Y hoy vivo entre el aburrimiento y la vergüenza de pertenecer a un género animal como el ser humano. Por eso me gustaría ser un elefante, pero salvaje, no dejarme de nadie; aunque la tortura continúa, dentro de la poca libertad que logré", Reclama Leonora Carrington.
"El animal humano es un animal desgraciado y feroz, como los horrores cometidos el siete de junio en Londres y por los cometidos por alemanes. Además de que cualquier discriminación es estúpida y peligrosa. Uno puede tenerle antipatía a un individuo, pero no poner una masa y discriminarla.
"Todo acabó con Max Ernst porque Hitler persiguió a los artistas surrealis-tas y por eso era necesario huir. Fue cuando Picasso me presenta a Renato Leduc y es en Madrid, por casualidad, que lo encuentro y es cuando me voy con él, primero a Nueva York y después aquí, México, donde me encuentro con mi mejor amiga de la vida, Remedios Varo, que era muy alegre, siempre tenía sentido del humor. Por cierto, su obra tiene que quedarse aquí, en México, porque aquí pintó y vivió mucho tiempo.
"Cuando llegué a México me recibieron muy bien, y llegué agradecida por-que era enemiga del grupo surrealista ale-mán. Mi primera casa la tuve en Mixcoac, era muy chiquita, pero la gente era amable. Recuerdo que paseaba mucho por el centro y La Merced. Ahora voy al supermercado ¡Imagínese!... ¡Qué excitante!
"No me gusta hablar de mi pintura o de la pintura en general porque es algo muy abstracto, muy subjetivo. No hay nada qué explicar. A mí me gusta leer novelas policíacas y me interesa mucho la física cuántica, del mundo subatómico y soy sumamente ignorante. Yo veía la televisión hasta que quitaron Discovery Channel, era el único que yo veía, por los animales. Mi corazón está con mis hijos y en México, he vivido aquí por más de sesenta años, de México me gusta mucho su comida y La Llorona. Ahora hago la lucha de vivir conmigo misma, que no es muy fácil."
—¿Y Alejandro Jodorowsky?
—Yo tenía una gran amistad con él cuando llegó aquí. Me acaba de llegar un libro de él (El Maestro y las Magas), pero aún no lo he leído.
cuando llegó aquí. Me acaba de llegar un libro de él (El Maestro y las Magas), pero aún no lo he leído.